Ideota: Fran Sedevich.

jueves, 5 de diciembre de 2013

GYM Morrison

El ser humano tiende a rellenar su vida con cuanto pasatiempo o pelotudez lo abstraiga y aleje un poco de la rutina y de las ganas de matar a su suegra, mujer, gato y pez dorado, todo con un harpón.

Extensa es la lista de actividades pelotudas que se han inventado con este fin, y día a día se crean cada vez más, aún más desopilantes y rebuscadas.

Pilates, Spa, Yoga y una gran sarta de huevadas creadas para que gastemos plata en ellas, nos olvidemos de nuestras obligaciones y problemas por un rato y encima salgamos convencidos de que estamos "mejor".

De todas las anteriores debo declararme culpable de asistir al menos a una de ellas: El gimnasio.

El gimnasio, que, según nuestros compinches de la RAE se define como:

gimnasio.

(Del lat. gymnasĭum, y este del gr. γυμνάσιον).

1. m. Lugar destinado a ejercicios gimnásticos.


Creo que la mayoría de la gente alguna vez en su vida asistió a un gimnasio, con la excusa de "mejorar la salud" aunque en realidad sea bajo alguno de los siguientes supuestos:

- Se ve gordo
- Se siente fiero
- Las dos anteriores juntas
- Se viene el verano
- Se quiere levantar una minita
- Se quiere levantar un chabón
- Se quiere levantar las tetas
- Es pobre de alma
- Quiere vengarse y cagar a trompadas al que le robaba los caramelos Fizz en 3° grado
- Quiere después poder comerse 4 hamburguesas sin culpa "total después lo quema ahí"

Por alguno de estos motivos, de una u otra forma uno termina en el gimnasio.

A pesar de la completa (?) definición que nos da la Real Academia Española de este espacio denominado gimnasio, quisiera resaltar otro aspecto que resulta de mi entretenimiento:

El gimnasio es un lugar público, es decir, un lugar donde la gente va. Un lugar donde hay mucha gente junta. Y si hay gente junta, siempre está el enfermo que se pone a analizarlos a todos y cada uno para después venir y escribir sobre ellos en su blog.

Asisto en la actualidad y he asistido en lo que va de mi corta vida a varios gimnasios. Siempre en aquellos momentos de mi vida que siento que tener tetas siendo hombre, no da.

Y sostengo que el gimnasio es un ecosistema donde conviven sujetos de diferentes especies, y en este espacio en particular se da otro condimento que es único y que lo hace tan entretenido: lo único importante ahí adentro es el físico. A nadie le importa si sos un sorete o un garca. Solamente quieren ver si estás más groso o menos, o más tonificada o menos.


(Y ahora viene lo que les gusta a ustedes)


No importa a cual gimnasio vayas, hay ciertas especies que van a estar presentes siempre:

El físico-culturista: Chabón enorme con cuerpo tallado a mano que está ahí para hacerte sentir desde el primer día que sos una hilacha y que nunca, por más gimnasio que hagas vas a poder estar como él. Sus músculos, inflados de aire y anabólicos hacen juego con lo inflado de su ego. Pijicorto. No conversa con nadie desde que llega hasta que se va. Suele tener auriculares donde en secreto, escucha Thalía. Se come ocho huevos en el desayuno. Su novia es gordita y petisa. 

La yegua: Minón de cuerpo escultural que tonifica todo lo que necesita con electrodos en su casa, y solo asiste al gimnasio para presumir frente a otras féminas y para mostrarle a los demás hombres que nunca podrán tenerla. Por lo general maneja un auto de minitah que le regaló el machimbre. Mantenida. Tetas hechas. Intenta dialogar con las otras mujeres del gimnasio, que solo quieren asfixiarla con sus propios implantes. Usa rodilleras. Le gusta la merca.

El conversador: Boludón que va al gimnasio porque está aburrido. No quiere realmente hacer gimnasia. Lo toma como un ámbito para hacer amigos. Molesta a todo aquel que sí quiere hacer ejercicio con intentos de charlas pelotudas acerca del clima o la posición que ocupa Banfield en la tabla del torneo. Asiste con zapatillas NO deportivas y una remera que antes usaba para salir pero ahora ya no porque el amarillo no está de moda. Nadie lo quiere. Saca los Powerade de fiado.

El pseudo-profesor: Pavote detestable con aires de grandeza. Cree que porque hace 3 meses que va al gimnasio ha recibido el título de profesor de gimnasia. Lleva su equipito Vitnik engamado y se dedica a indicarle a otros de qué manera deben hacer los ejercicios, ya que (según él) los están haciendo mal. "Mirá, tenés que tomar aire y largarlo cada tres segundos", "Las piernas las elevás haciendo la posición del cisne", "Así te vas a hacer cagar el hombro, eh" son algunas de las molestas frases de este mamerto. Desempleado. Tiene 30 y vive con la tía. Le cortó el pasto a Accastello... una vez.

Las siamesas: Ante todo, minitahs. Necesitan de alguna de sus "amiguis" para ir al gimnasio. Pasan más tiempo sentadas ocupando lugares que los demás sí necesitan para ejercitar que haciendo algo. Suelen estar vestidas iguales. Intentan levantarse al profesor constantemente. No están buenas. Con sus diez minutos de bici eliminan el cargo de consciencia que les implicaría sentarse en Grido y comerse cuatro bochas de dulce de leche con chinchulín. Sus botitas Reebok tienen olor a pata.

El pajero: Sujeto desagradable. Se encuentra en el gimnasio para mirar hasta el hartazgo todo aquello que tenga tetas o un papo. Los ejercicios que haga dependerán de las máquinas desde donde se puede ver con mejor definición a la minita que hace sentadilla y muestra el culo. Gordo. Por lo general usa remeras blancas con el nombre de algún negocio de rubro pete, onda "Pinturerías Corvim" o "Aguilera Electricidad" siempre manchadas con mostaza. Carpeado full time. 

El desgarrado: Monumento al terco. No conoce sus limitaciones y está convencido que es Arnold Schwarzenegger. Realiza todos los ejercicios con un 35% más del peso que su cuerpo está dispuesto a levantar. Vive colorado. Suele acompañar los levantamientos de pesas con algún sonido que convenza a los demás que está haciendo un montón de fuerza. Onda "ahtssssssss" "mmmtshaaaaaaaa" o similares. No llega a los 40. No la pone nunca.


De más está decir que seguro existen muchas especies más de sujetos que asisten a los gimnasios. Se te ocurren algunas más? Contame

No, mentira. 




1 comentario:

  1. JA JA JA! Por mas que uno haya ido al gimnasio toda su vida, y esté muy groso, siempre va a quedar como un pelotudo si sube una foto en cuero haciendo fuerza. Siempre, hasta Arnold Suaasdfafdeneger. Quedas como careta al toque. Un saludo mijo, portese bien y no ande saqueando JA JA JA!

    + y mejor

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