Ideota: Fran Sedevich.

viernes, 7 de junio de 2013

Análisis del discurso masculino en contextos diversos.



Es comunmente sabido que el hombre no siempre habla igual.

El uso del lenguaje ha sido condicionado a lo largo de su historia por el contexto en el que se encuentra el individuo.

Así, entonces, surgirán miles de distintas situaciones en las que el hombre hará un uso distinto de su discurso para adaptarse a las circunstancias que en ese momento lo rodean.

Por ejemplo, si el hombre se encuentra en una armería en busca de un cuchillo de carnicero, probablemente se acercará al mostrador y dirá:

“Sí, buen día, qué tal? Estaba buscando un cuchillo de carnicero. Podría por favor mostrarme cuáles tiene?”

Y no sería la misma situación al mismo hombre siendo amenazado de muerte por un cuchillo decarnicero por un ladrón, caso en el cual diría:

“Pará culeau en serio, tomá ievate todo peró bajá eso culiaw ‘ta loco vo’¿?”

Mediante este ejemplo pelotudo y bastante choto presentamos hoy qué aspecto en particular vamos a analizar.

Dentro de los diferentes discursos en los que el hombre se maneja a lo largo de su vida, hoy plantearemos las diferencias entre dos principales situaciones:

-          El discurso del hombre cuando está con otro hombre
-          El discurso del hombre cuando está con una mujer

A veces es inconsciente. A veces es una estrategia del hombre. A veces una imposibilidad. Lo que sabemos con seguridad es que el hombre no habla de igual manera cuando está con uno de sus pares y cuando un espécimen femenino es quien está cerca.

El discurso del hombre con el hombre suele ser más relajado, desde los atrevimientos que se toma desde el lenguaje hasta su postura, su forma de pararse o sentarse y su lenguaje físico y gestual.

Expondremos entonces, diversas situaciones en las que podamos establecer a modo de comparación, el uso del discurso del hombre tanto con otro hombre, como con una mujer. Empezamos:*

*En todos los casos nos referiremos al hombre que utilizaremos como ejemplo como “SUJETO1”, y para referirnos a la persona con la que dialoga simplemente utilizaremos las palabras “hombre” y “mujer”.

En este caso, el sujeto1 se encuentra charlando con una MUJER que acaba de conocer y ésta le pregunta:

-          Y a qué te dedicás?
-          Mirá, por el momento estoy en el rubro del transporte. Básicamente me dedico a proveer insumos que hacen fundamental al servicio de logística.

Ahora presentamos el mismo caso, sólo que el diálogo es con otro HOMBRE:

-          Y a qué te dedicás?
-          Soy playero. Cargo nafta en una estación de servicio.



Seguimos en la misma conversación. Ahora nuevamente es la MUJER qué nos hace la pregunta:

-          Y cómo es la mujer perfecta para vos?
-          Independiente. Sensible. Que sea inteligente y que sea alguien en quien puedo apoyarme como compañera para el resto de mi vida.

Misma pregunta, formulada ahora por un HOMBRE:

-          Y cómo es la mujer perfecta para vos?
-          Buenas tetas y la trucha de Anshelina sholé *toma un trago de birra*



De repente, al SUJETO1 le surge la necesidad de ir al baño. Para excusarse, le dice a la MUJER:

-          Disculpame, paso al tocador un momento y en seguida seguimos hablando, sí? *apoya su copa y sonríe a la dama antes de retirarse tranquilamente*

Mientras que al HOMBRE, la proposición es la siguiente:

-          Uhhhh, aguantame negro que si no largo a este Didier Drogba de bosta me cago acá nomás y se pudre todo *se empieza a desabrochar el cinto aún en frente del hombre y se va corriendo a lo pingüino*



Una MUJER le pide a SUJETO1 una indicación para llegar a un lugar, SUJETO1 le responde:

-          Sí, cómo no. Mire, en la cuadra que viene doble a la derecha y haga media cuadrita, pasando una florería, en la cual le aconsejo no se detenga mucho, para que no la confundan con una flor (je je) está el lugar que usted está buscando. Que tenga buen día.

Ahora es un HOMBRE que le pide a SUJETO1 la dirección para llegar a un lugar:

-          Allá derecho, pasando el cementerio, bien en frente del bulo.



Está lloviendo y SUJETO1 espera un remis. Cuando el remis llega una MUJER se aproxima al automóvil, también con intenciones de abordarlo. SUJETO1 entonces le dice:

-          Adelante señorita, suba, yo espero al próximo móvil. Que Dios la bendiga.

Ahora la exacta misma situación, sólo que el que se aproxima al remis es otro HOMBRE:

-          Alejate hijo de mil puta. Yo estaba primero esperando acá, alejate o te juro por mi vieja que te entierro el paragüas entero de canto en el orto ventajero que tenés. Rajá de acá. *le apunta con el paragüas con tono amenazador onda “ya vas a ver”*


Le llega un mensaje de texto durante la noche a SUJETO1, es una mujer que le pregunta lo siguiente:

-          Qué hacés?
-          Hola, cómo te va? Justo ahora que me preguntás acabo de sentarme bajo la luz de las velas con una taza de té de hierbas a leer los últimos capítulos de un libro de Politología Contemporánea, y vos?

El mismo mensaje arriba al teléfono de SUJETO1, sólo que ahora es un hombre quién pregunta:

-          Qué hacés?
-          Viendo American Pie y tomando birra, por entrar a Poringa. No jodas.


Los resultados de los ejemplos mencionados anteriormente pueden variar según el sujeto.

Yo, por mi parte, siempre utilizo el mismo discurso, ya sea hablando con hombres o mujeres, y por eso está a la vista que NO GARCHO NUNCA.

No obstante, prefiero ser así y no garchar y no quedar como un pajero que se reprime con tal de complacer a una fémina.

POR ESO PROPONGO LO SIGUIENTE!!!!!

 Recuperemos nuestra libertad, hombres! Libertad para expresarnos como se nos cante el ojete. Libertad para poder decirles qué es lo que nos gusta de las mujeres sin que nos tomen por superficiales. Libertad para poder ir a cagar y comunicarlo y no echar Lysoform cuando terminemos. Libertad para decir “No, flaca, no te voy a ceder mi lugar porque vos naciste con una concha y yo con un pito, hacé la cola”. Libertad para abrir las piernas y poder rascarnos los testículos cuando se nos cante. Libertad para… Na, prefiero garchar.

Lamentablemente es así. Estamos destinados a fingir ante las mujeres, por lo menos durante la conquista y los primeros meses de relación. Y luego de unos meses ahí sí, mostrarnos como los ogros mugrientos y desagradables que somos.

Hombres. Somos esclavos de nuestro pene. Y eso no está bueno.





ESTÁ MORTAL.

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